El primer mes de Lucas, me lo lloré todo.
Más que con la Emilia,
Más que con la Sofía.
Lloré las dos noches en la clínica cuando nada ni nadie lograban parar sus llantos.
Lloré porque no entendía qué le pasaba.
Lloré cada vez que trataba de darle pechuga o calmarlo y no funcionaba.
Lloré cuando escuchaba a mi marido roncar a mi lado.
Lloré cuando vi como quedó mi cuerpo post parto.
Lloré del cansancio extremo por dormir literal cero horas al día.
Lloré porque no era capaz de aceptar mi nueva realidad.
Lloré del dolor de la bajada de leche y a la nada de tiempo del dolor de cortarla.
Lloré porque le dio alergia severa y ni toda mi experiencia previa lograron estabilizarlo en un tiempo prudente.
Lloré cada vez que abría una fórmula nueva y hacia reacción y tenía que partir de cero.
Lloré cada vez que el lloraba de noche y despertaba a sus hermanas y terminaban todos desvelados.
Lloré cada vez que sentía su dolor y sus llantos por su reflujo y cólicos.
Lloré de la ansiedad que me venía en las noches porqué sabía lo que me esperaba.
Lloré de tanto llorar.
Lloré porque no daba más.
Lloré porque nadie entendía que el proceso del embarazo no se termina cuando nace la guagua.
Lloré porque me lo quería comer todo, pero estaba demasiado gorda.
Lloré por sentir que tenía que justificar porqué lloraba.
Lloré porque quería dormir y cuando podía, no me resultaba.
Lloré por millones de otras cosas que ya ni recuerdo a estas alturas.
Y podría hacer también un post eterno de todas las veces que sonreí y sentí felicidad máxima ese primer mes, pero siento que es igual o más importante compartir el lado B.
Lo importante es que con los meses cada vez lloré menos y he logrado transformar cada dificultad en una alegría. Aún así, llorar hace BIEN.
Por mi, por ustedes y por todas las que estamos en las mismas, normalicemos que el puerperio no es color de rosas y la adaptación toma tiempo, a veces más del que creemos.
Este texto lo escribí hace 3 meses pero no me sentía preparada para compartirlo. Hoy estoy tanto mejor, que llegó el día de hacerlo, para ayudar a otras a sentirse acompañadas.
Pd: Aún lloro cuando lo necesito.
El primes mes de Lucas me lo lloré todo
Publicado por Francisca Gantz en
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